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Energía para las buenas vibras

El efecto de luz y sombra del Castillo ha sido analizado profundamente y al margen de las explicaciones científicas, representa quizá el mayor espectáculo arqueoastronómico

Por: Rosalinda Cabrera Cruz

A las 21:06 horas (tiempo del centro de México) del pasado martes 19 de marzo, inició en el hemisferio norte el equinoccio de primavera; es decir, fue el día en que el tiempo de luz y de obscuridad son exactamente iguales, fenómeno astronómico que ocurre dos veces al año y ha generado una cultura en torno al Sol que data de la época prehispánica.

En México, el efecto arqueoastronómico más importante generado por los equinoccios ocurre en las diferentes zonas arqueológicas, destacando de entre ellas la de Chichén Itzá, donde la orientación del “Castillo” permite que en su escalinata norte se proyecten siete triángulos de luz invertidos como resultado de la sombra que proyectan las nueve plataformas de ese edificio, rematados por la cabeza de serpiente al final del edificio al ponerse el sol.

El efecto de luz y sombra del Castillo ha sido analizado profundamente y al margen de las explicaciones científicas, representa quizá el mayor espectáculo arqueoastronómico a nivel mundial, pero su fama ha dado lugar a una manía por el equinoccio, consistente en la visita multitudinaria a las zonas arqueológicas de la antigua Mesoamérica.

El espectáculo natural del equinoccio se debe a que en las fechas cuando ocurre, la tierra es iluminada por el sol de igual forma en los hemisferios norte y sur, y la orientación del Castillo da lugar a lo que se considera el “descenso de Quetzalcóatl” en el que ha sido considerado su más importante altar.

Al atardecer de los días 20 o 21 de marzo y 21 o 22 de septiembre, según las variaciones de cada año, se observa en la escalera de ese monumento el espectáculo que suele reunir en ese lugar a miles de visitantes.

Millones en Teotihuacán

Aun cuando el “descenso de Quetzalcóatl” solo se produce en Chichén Itzá, zonas arqueológicas como Teotihuacán, en el estado de México; Tula, en Hidalgo; y Cacaxtla, Tlaxcala, son visitadas por miles de personas que lo mismo acuden a admirar los fenómenos arqueoastronómicos, que a “cargarse de energía”.

En el caso de Teotihuacán, su pirámide principal, la del Sol, tiene más que ver con los puntos cardinales, según aseguró Juan Riqué López, especialista en  Teotihuacán e investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quien desmintió que dicha estructura esté ligada a equinoccios y que fue construida para ligarla al calendario ritual, por lo que es inútil que miles de personas suban a su cúspide para cargarse de energía, como cada 21 de marzo lo hacen, y que por cierto en este año les falló por 24 horas, dado que la primavera entró un día antes.

Riqué López aseguró que la edificación tiene más que ver con los puntos cardinales y al ser la más grande de la ciudad, era el sitio donde se veneraba a la deidad principal, ligada al agua, las temporadas de cultivo y cosecha, lo cual se infiere, aseguró, de las ofrendas que se han hallado en ella. Recordó que a 12 metros de profundidad de la base de la pirámide del Sol y cerca de su centro, fue hallado un manantial que, además, tenía cuatro vertientes en coincidencia con los puntos cardinales.

La existencia de tal manantial fue el factor que influyó en la construcción del gran monumento, haciendo coincidir su centro con este cuerpo de agua. En términos generales las pirámides mesoamericanas emulan un cerro con agua, el llamado “cerro de los mantenimientos” o “altepetl”, expuso la especialista.

También al respecto, Eduardo Matos Moctezuma, investigador emérito del INAH, recordó que ese hallazgo, registrado en 1971, abrió nuevas perspectivas para Teotihuacán en general y para la pirámide del Sol en particular. Recordó que en labores encomendadas al arqueólogo Jorge Acosta, fue que se ubicó al interior una cueva de 103 metros de largo, que llega casi al centro de la pirámide, a la cual se entra por la fachada principal (oeste del monumento).

Además, se encontraron una serie de muros recubiertos de estuco, así como piedras que sirvieron de canales para el agua. Por esos aspectos, como la orientación, la ubicación de la pirámide del Sol y su vínculo con el concepto de fertilidad dijo Riqué López, “la gente viene cada 21 de marzo a tomar energía en su cima, pero nosotros no tenemos, como arqueólogos, datos para decir que en efecto esto suceda. Son ideas que han surgido recientemente, hará unos 20 años”.

No obstante, señaló que al igual que hoy en día, el contexto de la Calzada de los Muertos y las pirámides del Sol y de la Luna fue escenario de tumultos dado que gente de la ciudad y venida de fuera acudía tanto a venerar a la imagen de la deidad o deidades, como a algún gobernante.

“Por esa razón, cuando los mexicas acudían a Teotihuacán, alrededor del siglo XIV, ocho siglos después de abandonada creyeron que solo en una metrópoli de esas dimensiones, que se extendió por más de 20 kilómetros cuadrados, pudo tener efecto la creación de la era del Quinto Sol.

“Hasta el momento los arqueólogos no hemos encontrado evidencia de esa gran hoguera de la que hace referencia la leyenda de creación del mundo, pero sí se han localizado discos solares (el más conocido es uno de piedra que también representa al dios de la muerte) en la Plaza de la pirámide del Sol, de manera que el mito debe guardar cierta verdad”, concluyó el investigador.

Recibiendo energía en Cuicuilco

Para ser testigos de la llegada del astro y su carga de energía, miles de personas del altiplano central se trasladan a esa última pirámide, en la Ciudad de México, la cual data del año 500 antes de Cristo y es una de las pocas edificaciones que sobrevivieron la erupción del volcán Xitle hace más de 2 mil años.

Hasta aquí llegan multitudes, la mayoría vestidas de blanco para captar con mayor intensidad la energía solar. De muy variadas formas, la mayor parte de los casos orientados por “especialistas” en energía, los visitantes, con las palmas de las manos y la cara al sol, estuvieron atentos desde las 12 horas del 21 de marzo, pese a que la llegada del equinoccio fue el martes a las 21:06 horas.

Entre letanías, cánticos y rezos, los creyentes en esa energía de Quetzalcóatl cerraron sus ojos y buscaron entrar en comunión con los astros, para al término de los ejercicios e invocaciones, mostrar una nueva cara, al sentir que sus pilas estaban llenas nuevamente.

En otros lugares, como la plaza mayor de México (el zócalo metropolitano), también en la capital del país, los chamanes y brujos tuvieron que atender largas filas de personas que aprovecharon la energía existente para hacerse una buena limpia con ramas de pirul y humo de copal. Las filas de los curanderos fueron de decenas de personas y aunque el mediodía tenía mucho de haber pasado, eso no fue obstáculo para que a través del chamán se les condujera a otros mundos, “el de nuestros antepasados”, a decir de muchos.

El INAH, a proteger

Ante la gran afluencia de personas a las zonas arqueológicas del país con motivo del equinoccio de primavera, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) aplicó en los 53 sitios prehispánicos que registran el mayor número de visitantes en el país, un operativo que permitía su seguridad y la conservación y disfrute de este patrimonio cultural.

Dicho plan de protección civil (coordinado entre los gobiernos federal, estatales y municipales, con el apoyo de personal del INAH, cuerpos policiales y de bomberos, Cruz Roja, Cruz Verde y organizaciones civiles), se realizó en la mayoría de tales sitios los días 19, 20 y 21 de marzo, aunque en algunas zonas como Teotihuacán (estado de México) y Cuicuilco (Ciudad de México) se implementó también los días 16, 17 y 18 de marzo, con motivo del fin de semana largo.

De acuerdo con el Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México, este año el equinoccio de primavera dio comienzo el martes 19 de marzo a las 21:06 horas, por lo que como es lógico, ese día se generó un importante flujo de visitantes a las zonas arqueológicas.

Año con año, los sitios que registran una concentración masiva son: Teotihuacán, Malinalco y Calixtlahuaca (estado de México); Chichén Itzá y Dzibilchaltún (Yucatán); Palenque (Chiapas), Tulum y Cobá (Quintana Roo), Xochicalco (Morelos), Monte Albán (Oaxaca), Edzná (Campeche), El Tajín (Veracruz), Tula (Hidalgo), Ixtépete y Guachimontones (Jalisco) y Cholula (Puebla).

Sin embargo, cabe señalar que hubo diversas opciones para el disfrute de los visitantes, como Bonampak, Chiapas; Las Labradas, Sinaloa; Lambytieco, Oaxaca; Becán, Campeche; Tzintzuntzan, Michoacán; Cantona, Puebla; Trincheras, Sonora; Chalcatzingo, Morelos; Tancama, Querétaro; Pahñu, Hidalgo; o Tamtoc, San Luis Potosí, entre muchas otras zonas arqueológicas que cuentan con todos los servicios para una visita ordenada y placentera, y en las que el público pudo conocer más acerca de las antiguas civilizaciones del país.

Lo que dicen los astrónomos

El equinoccio de primavera puede darse, a lo sumo, en tres fechas distintas a lo largo del siglo XXI, pudiendo iniciarse del 19 al 21 de marzo (fecha oficial española). Durante el siglo XXI, el año en que la primavera llegó más tarde fue 2003 y el año en que será más tempranera es 2096. Estas variaciones se deben al modo en que encaja la secuencia de los años según el calendario (unos bisiestos, otros no), con la duración de cada órbita de la Tierra alrededor del Sol (una duración conocida como año trópico).

A partir de esta fecha, la longitud del día se alarga rápidamente. En las latitudes de América, el sol sale por las mañanas antes que el día anterior y por la tarde alarga su puesta, lo que alarga el día casi tres minutos cada 24 horas.

El equinoccio de primavera “es el momento en el cual el Sol cruza el ecuador de sur a norte en su movimiento aparente en el cielo” según el astrónomo del planetario Luis Enrique Erro”, Wilder Chicana Nunceboy.

Lo cierto es que este tiempo de flores, calor y verde en los árboles, de andar como se dice coloquialmente “como burro en primavera” llegará a su término el viernes 21 de junio venidero.

En Michoacán, sitios como Tzintzuntzan, Tingambato, Cerro del Curutarán, Tres Cerritos, Ihuatzio, Huandacareo, Cuitzeo, San Felipe de Los Alzati, fueron centros arqueológicos donde principalmente se congregaron miles de personas a presenciar el equinoccio de primavera.

Los centros arqueológicos constituyen uno de los atractivos turísticos de Michoacán y a ellos llegaron miles de personas para presenciar y formar parte de este importante evento cósmico, que se repite año con año.

Se calcula que en la zona arqueológica de Tzintzuntzan se recibió la visita de alrededor de mil visitantes. Tzintzuntzan, que en purépecha significa lugar de colibríes y en náhuatl se conocía como Mechuacan, fue centro religioso y administrativo del imperio Tarasco, en el actual Michoacán. Por otro lado, en Jacona, en el cerro del Curutarán, se llevó a cabo este mítico evento el pasado 20 de marzo, a partir de las 9:00 horas.

Se adelantó la primavera

De acuerdo con el Instituto Nacional de Astrofísica (INAOE), el equinoccio de primavera de este año en México ocurrió a las 21:06 horas (tiempo del centro del país) del pasado martes 19 de marzo. Mientras que en el hemisferio norte inició la primera, para el hemisferio sur estuvo iniciando el otoño.

El equinoccio de primavera es el momento en que la Tierra se encuentra más alejada del Sol, pero debido a su inclinación axial, México y otros países reciben más luz solar. La duración del día y de la noche es prácticamente igual. La duración de la noche comienza a disminuir gradualmente, dando lugar a días más largos y luminosos. Este proceso se invierte con la llegada del equinoccio de otoño, cuando las noches se alargan hasta llegar a su punto máximo durante el solsticio de invierno.

En esta estación, la luz del sol provee a las plantas la energía suficiente para realizar el proceso de la fotosíntesis y de esta manera las plantas adquieren los elementos necesarios para florecer y reproducirse.

La primavera dura 92 días, 18 horas y 49 minutos en el hemisferio norte. En México, esta estación terminará el 21 de junio, cuando comience el verano.

Es de resaltar que la entrada de la primavera no es igual año con año, pues la Tierra completa su órbita alrededor del Sol en poco más de 365 días, pero el calendario gregoriano, utilizado comúnmente, redondea este período a 365 días, sin tener en cuenta los 0.256 días adicionales.

Como resultado, los equinoccios y solsticios pueden adelantarse o retrasarse ligeramente en el calendario. Además, es de recordar que 2024 es año bisiesto, así que en este año, la primavera llegó antes.

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