Rueda de Molino| Escándalo del hijo, tira a pedazos la “austeridad y combate a la corrupción”
Escándalo del hijo, tira a pedazos la “austeridad y combate a la corrupción”
Por: Jorge Hidalgo Lugo
Este arranque de año no fue ni con mucho bueno para los planes populistas de Andrés Manuel López Obrador, pues a pesar de su victimización frívola y por demás carente de veracidad para hacerse pasar por enfermo sin estarlo, también debió enfrentar la atroz caída de las dos máscaras más representativas de su discursiva engañosa: Austeridad y Honestidad.
El daño a la línea de flotación es irreversible y por lo contundente en su argumentación con elementos probatorios, un caso difícil de manejar en el cuarto de guerra de Palacio Nacional, cuyo control de daños diseñado se ha basado sólo en el ataque visceral, la denostación, el veneno lanzado en contra de los medios que dieron a conocer la opulencia que rodea al hijo mayor del clan presidencial, pero sin desmentir, ni avalar su rabiosa, aunque endeble defensa.
En el primer mes de este año, López Obrador salió del aire arguyendo ser víctima de un contagio por Covid, mismo que superó en tiempo récord y con simples remedios caseros como ingesta de infusiones aromáticas, untaditas de ungüento a base mentol y eucalipto, así como hartas caricias, según presumió en su video mensaje, donde una vez más demostraba la fortaleza anatómica de la que está hecho.
Pocos días después, ante un vacío de horas que se dejaron correr sobre el particular, se dijo que había sido sometido a una revisión médica de rutina y que como resultado de la misma, debió realizarse un cateterismo, pero que gozaba de cabal salud y sin daño en articulaciones ni músculo cardiaco.
Igual, de forma socarrona, se burló de las versiones que lo ponían en estado de gravedad, y para demostrar que está hecho de esa madera que ya no hay en el mercado de almas y cuerpos, en menos de 72 horas de su alta médica salió a jugar béisbol y poco después presumió degustar senda charola de tamales que para los enterados, son alimentos prohibidos por la manteca que contienen, sobre todo por aquello del colesterol y demás lípidos que se presume le combatieron con el cateterismo. Si es que hubo un cateterismo que por lo visto fue otra engañifa.
Pero la imagen de un hombre que se sobrepone a toda clase de adversidades, que supera en tiempo récord males o quebrantos de salud, que es incansable y lo mimos madruga para estar de cuerpo presente en el patíbulo mañanero, que salir a atacar a quien le tocó en suerte, también se derrumbó de manera estrepitosa.
Porque la investigación periodística realizada por Mexicanos contra la Corrupción, y publicado por Latinus a través de Carlos Loret, ha tenido un efecto demoledor y es tal el daño en la percepción de sus propios fanáticos y adoradores, que en cuestión de horas perdió apoyos según reportan las diferentes casas encuestadoras que han medido, muchas con reservas y hasta temerosas de decir la verdad, el daño a la inmaculada imagen de López Obrador.
Derivado de esta investigación donde se presume un conflicto de intereses mayor y más pestilente que el de la Casa Blanca de Enrique Peña Nieto, los encargados del control de daños no dan pie con bola y por toda defensa o desmentido, la única salida que López Obrador encuentra a la mano es atacar a los medios, descalificar a los periodistas e incluso, satanizar a quienes fueron incondicionales como Carmen Aristegui, hoy también defenestrada por quien antes la presumía como ejemplo a seguir en el campo de la información periodística.
Por añadidura, en el fragor del escándalo mediático desatado y que alcanza niveles nunca antes vistos en lo que va de su errático mandato, López Obrador tuvo que aceptar otro golpe a su ego y autoritario proceder, al negarse el Gobierno de Panamá en dar su beneplácito para recibir como embajador de México en ese país a Pedro Agustín Salmerón Sanginés, acusado de acosar sexualmente a varias mujeres y motivo para que fuera declarada persona non grata para tal encomienda diplomática.
Pero por si fuera poco el menosprecio o desprecio que siente por la nación centroamericana y sin titubear, acusó a la canciller Erika Mouynes de actuar como la Santa Inquisición, lo que obligó al presidente Laurentino Cortizo, no sólo salir en apoyo de su colaboradora sino enfrentar abiertamente a López Obrador a quien le dijo sin tapujos:
“El respeto se gana, y eso es lo que nosotros exigimos, tanto del presidente de México como de cualquier otro país. Nosotros somos respetuosos, y esperamos lo mismo de cualquier otro país”.
Huelga decir que la nueva pretensión de López Obrador a favor de Jesusa Rodríguez como embajadora de México en Panamá, provocó que la Alianza por la Vida y la Familia de ese país, de inmediato manifestara su rechazo al señalar que la senadora con licencia va en contra de los “valores sobre los que se fundó nuestra nación”.
“No aceptaremos que a nuestro país se le envíe todo lo que estorba, por lo que le pedimos que, así como se rechazó a un acosador, se rechace a una abortista, defensora de la marihuana, quien, además, ha demostrado no tener ningún respeto por las creencias religiosas”, como se consigna en la petición por escrito dirigida al presidente de Panamá.
Todo mientras el país se desmorona, la recesión económica se materializa y pega en los bolsillos de millones cada vez más cercanos al rango de pobreza y pobreza extrema, la pandemia no cesa y los narco aliados se dan vuelo ejecutando personas por diversas partes del país, sin que esto parezca ocupar o preocupar a quien dice tener otros datos para vivir otra realidad, tan distante como sus promesas incumplidas de acabar con la corrupción.
Esa misma corrupción que hoy ejercen los miembros de la familia presidencial y para quienes no hay reproches, ni señalamientos, mucho menos recriminaciones, pero en cambio ya preparan la artillería en contra de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano quien hace serias aseveraciones al semanario Proceso que de seguro, caen “como anillo al dedo” a esta crisis mediática que hoy sufre la presidencia imperial.
Vale…