InvestigacionesNoviembre 2023
Tendencia

Entre las cañas, otra vez la Guadalupana

Tradición para algunos, vendimia para otros, desorden y falta de respeto para el de más allá, y es en ese marco en el que el cada vez más popular “Caña Fest” se volverá a realizar

Por: Rosalinda Cabrera Cruz

Tradición para algunos, vendimia para otros, desorden y falta de respeto para el de más allá, y es en ese marco en el que el cada vez más popular “Caña Fest” se volverá a realizar; el entorno de donde se efectúa es lo que causa conflicto, porque se ubicará nuevamente en las inmediaciones de la casa de la Virgen de Guadalupe en Morelia, símbolo religioso que no puede faltar en la vida cotidiana de las y los mexicanos.

Acompañando el “Caña Fest”, la imagen de la Virgen Morena estará presente en estampitas en el parabrisas de un autobús, en veladoras, discos, playeras, carteras y todo aquello que tenga un uso utilitario para nuestro pueblo.

A lo largo de la calzada de Fray Antonio de San Miguel, mejor conocida como San Diego, a partir del próximo 20 de noviembre, sobre el camino que lleva al conocido templo que lleva su nombre y que es el santuario dedicado a la Guadalupana en Morelia, se verán instalados puestos que comercializan todos aquellos productos, útiles o inútiles, en donde se pueda estampar la imagen de la Virgen.

En medio de los atados de cañas que se alinearán a lo largo de las calles paralelas a la calzada de San Diego, se dejarán ver relojes con la cara morena, atravesada por un par de manecillas que las 24 horas del día recorren la amada faz de los mexicanos. En otro puesto el visitante podrá adquirir un juego de jarra con 6 vasos, que seguramente aguantarán el uso diario, porque la imagen los protege.

Hasta para quienes gustan del rock mexicano, la Virgen de Guadalupe estará íntimamente ligada, pues luego de que Alex Lora, líder del Tri, declarara que es guadalupano y de que visitó la capital michoacana, ahora también será motivo de oferta comercial, pues sin duda abundarán las playeras con la cara del cantante de un lado y la virgen del otro.

Para no quedar lejos de la bendición de la virgencita, no faltarán los estacionamientos aledaños que, en árboles, casetas, fuentes y todo lo que se puede, ya tienen montados pequeños altares en su honor, con sus luces navideñas, veladoras y flores, para bendecir la llegada y salida de los vehículos que recurran a buscar su protección.

Inconformidad de vecinos

Pero no todo es fiesta y alegría, porque como cada año, la historia se repite y de nueva cuenta los vecinos de la calzada San Diego exigen a la presidencia municipal que se reglamente la colocación de puestos y vendimia ambulante en esta antigua rúa durante la celebración en honor de San Juan Diego y de la Virgen de Guadalupe.

Hay indignación en sus rostros, y ya el patronato para el Mantenimiento y Dignificación de la calzada Fray Antonio de San Miguel y sus plazas aledañas elevaron otra vez sus voces hacia la sede edilicia de Morelia.

Algunos de sus argumentos en contra de este tianguis temporal, es que muchos de los puestos son de fritangas calientes, ropa, productos “pirata”, golosinas y otros artículos que les causan serios problemas, eso sin mencionar las toneladas de basura que se generan diariamente.

Refirieron lo que ha ocurrido en otros años, cuando los vendedores invaden espacios incluso privados, como cocheras y jardines, transformando la zona en una romería, en la que, pese a la prohibición de venta de bebidas embriagantes, éstas proliferan incluso entre los menores de edad, con los altavoces a todo lo que dan durante el día, y haciendo su agosto los delincuentes que aprovechan las grandes concentraciones de personas para efectuar el hurto de bolsas y carteras.

Insistieron en que es injustificable que las autoridades municipales extiendan permisos para que se instalen los vendedores ambulantes, así como los ruidosos juegos mecánicos que muchas veces operan sin seguridad para los usuarios, todo ello en un marco de insalubridad y malos olores derivados de la carencia de instalaciones sanitarias adecuadas.

Otra vez en su pliego petitorio solicitan se restrinja a tres días la estancia de los puestos ambulantes; que éstos cuenten con instalaciones diseñadas especialmente por expertos que asigne la autoridad municipal para que no alteren la armonía visual ni lastimen la imagen arquitectónica de esta zona de Morelia, pero tal parece que sus voces nuevamente quedarán en el limbo.

No obstante la inconformidad, el ayuntamiento moreliano que encabeza Alfonso Martínez Alcázar, por medio de sus fuentes oficiales, ya dio a conocer la planeación de esta fiesta: su inicio será el lunes 20 de noviembre, extendiéndose hasta el 13 de diciembre por la madrugada.

Las fechas en las que se espera más afluencia serán el 10 y el 11 de diciembre, cuando ya estarán instalados la totalidad de los 370 puestos autorizados que atenderán más de mil 100 comerciantes. Algunos de los productos autorizados para la venta son gorditas de nata, obleas, pambazos, vasolotes, tacos, enchiladas, papas y las tradicionales bolsas de caña dura y suave, sin faltar para el esparcimiento los acostumbrados futbolitos y juegos mecánicos.

Al respecto, Netzahualcóyotl Vázquez Vargas, secretario de Servicios Públicos, señaló que ya comenzaron los preparativos para este evento, tales como la organización de los espacios para los puestos y las medidas sanitarias necesarias, tal como lo demandan los vecinos y expendedores.

Los puestos permanecerán abiertos hasta el martes 12 de diciembre instalados en la calzada de Fray Antonio de San Miguel y los jardines Azteca y Plaza Morelos, para ser levantados en la madrugada del 13 de diciembre.

Una gran vendimia

En tanto los vecinos y las escuelas del entorno sufren por la oferta gastronómica, de recuerdos y juegos y sorteos, hay que llevar dinero en el bolsillo para poder disfrutar de todo lo que se expende en esta feria temporal: los visitantes necesitan cargar en sus carteras un aproximado de entre 200 y 500 pesos, que es el gasto calculado de una persona que acude en compañía de sus amigos, familia o pareja a pasar una tarde de diversión en los puestos del Caña Fest; como referencia, es lo mismo que erogarían si fueran a ver una película de moda.

Los precios en los diferentes puestos, pesos más o pesos menos, dejarán a las tradicionales cañas, semillas, habas, cacahuates y uno que otro dulce en el rango mínimo de 15 pesos, aunque esto es la ración individual, pues también habrá bolsas familiares, que alcanzan para todos, que se expenden entre los 70 y 90 pesos, según el cliente.

Otro cantar serán los juegos mecánicos, que mostrarán mucha variación y encarecimiento en sus precios, como se ha dejado sentir en otras festividades a lo largo de este año; así, los que están diseñados para niños menores de 10 años se estima tendrán un costo de entre 15 y 20 pesos, mientras que los juegos de emoción o extremos estarán en el rango de los 30 a 45 pesos por turno, así que si la emoción no fue suficiente en una “vuelta”, habrá que desembolsar bastante más para alcanzar la diversión buscada.

Para quienes no gustan de la emoción ni de lo vertiginoso, también podrán encontrar atracciones como tiro al blanco, dardos y pesca de peces, que irán de 10 a 25 pesos el turno, donde indudablemente la ambición de ganar muchos premios llevará al visitante a pagar varias rondas, hasta conseguir una recompensa que le saldría más barata comprar en un escaparate.

Si en el recorrido apremia la sed, los refrescos, aguas de sabor e incluso malteadas y esquimos s expenderán en no menos de 25 pesos en los puestos, mientras que para botanear durante el recorrido habrá frituras como churros salados y dulces, pasteles, hot cakes, papas fritas y otros, desde 15 hasta 40 pesos por porción.

El desembolso por tanto puede resultar considerable, pues si alguien compra una bolsa de las obligadas cañas de 15 pesos, se sube a tres juegos mecánicos y consume un refresco o unos churros, gastaría entre 85 y 160 pesos, eso sin considerar la oferta de comidas, que como al más clásico estilo de los mercados de la Ciudad de México, se ofrecen mediante merolicos que prácticamente se plantan frente a los posibles comensales para conducirlos a sus mesas de quesadillas, garnachas, pozole y otros menesteres, donde tendrá que pagar no menos de 60 pesos por alimento.

Fiesta de sabores

El festival en honor a la Virgen de Guadalupe ha ido creciendo; sin duda se percibe más orden que en otros años (sin contar que durante la pandemia fue suspendido), pero no por ello deja de tener sus inconvenientes para quienes viven en toda la zona, no nada más para los vecinos de la calzada de San Diego; no obstante, los aromas a cacahuate asado, masa horneada de gorditas de nata y el sutil olor dulce de la caña también los atraen para degustar la oferta gastronómica.

Desde el 20 de noviembre, se podrán ver a los oferentes provenientes no únicamente de Michoacán, sino también de estados circunvecinos, como Guanajuato, Guerrero e incluso del estado de México y de la Ciudad de México, retirando las lonas con que protegen los locales que les han sido asignados, los que por cierto ahora anclan a la calzada con clavos y cuñas, sin importar los daños causados al centenario camino.

Los llamados a consumir se dejarán escuchar por todos lados, con pintorescas frases que incitan a niños, jóvenes y adultos. Ya es costumbre que, por las mañanas, pese a estar todavía en tiempos de clases, los consumidores (léase niños y jóvenes) serán estudiantes, “no importa si nos la salamos” dice alguno por ahí, “al fin que ya ni los maestros van a la escuela…”.

Durante todo el recorrido, desde la fuente de Las Tarascas hasta las mismas puertas del tempo guadalupano, las voces de los oferentes no cesarán, insistirán y persuadirán a los que pasan por la calzada de San Diego, los invitarán, convencerán y en la mayoría de los casos lograrán que se lleven algunas bolsitas; igual condimentadas con aderezos básicos como sal y limón, hasta preparaciones más sofisticadas y peculiares de Morelia, dependiendo del gusto y paladar de los consumidores.

Los compradores serán niños, jóvenes y adultos; los primeros son los adquirentes matutinos y ya por la tarde el número de paseantes se verá incrementado con jovencitos y jovencitas recién salidos de clases, quienes terminan prolongando la fiesta hasta las primeras horas de la madrugada.

El trajín se verá constante en calles aledañas, pues no son pocas las camionetas que vienen y van para que les sean descargados los bultos de caña que posteriormente se acumulan en distintos locales, en espera de ser procesados para su venta al consumidor, lo que también ocurre con los ingredientes de toda la gastronomía tradicional que ahí se expende.

Como cada año, la apuesta es acaparar el mayor número de visitantes, lograr el cometido de mantener la tradición y llevar sustento económico a cientos de familias que dependen de esta actividad que cada fin de año engalana y agasaja a los morelianos y ciudadanos en general, o al menos eso es lo que dice el ayuntamiento.

Miles a los pies de la Guadalupana

Pero todo lo anterior será el preámbulo para que, en bicicletas, a pie, en autobuses y hasta de rodillas, miles de personas lleguen al Santuario de Guadalupe para rendirle homenaje a la Madre Morena, a la Virgen de los mexicanos.

El fervor y la adoración hacia esta advocación mariana se verán reflejados en todos los rostros, desde las tersas pieles de los niños, hasta en los surcos que el sufrimiento y la edad han dejado en las caras de los más ancianos.

Sobre el significado de este culto, algunos paseantes ya emiten su opinión: “Estaremos ahí para darle gracias a la Virgencita y para pedirle por mi familia, es una tradición que me enseñaron mis padres y que ahora yo le doy a mis hijos”, indica José Luis Cuillas, habitante de la colonia Mariano Abasolo, al poniente de Morelia, comerciante, quien hizo una visita al lugar previamente a la peregrinación que realizará con sus compañeros de oficio.

Ellos llegarán con sus mochilas al hombro, las bicicletas al lado y la tierra de muchos kilómetros recorridos encima; este contingente se integrará por 18 personas, 5 de ellos vendedores ambulantes, además de “gente que quiere venir con nosotros” de la zona semi rural en la que vive.

El antiguo santuario del siglo XVIII, el que con su robustez característica del barroco contrasta con las líneas modernas de otras iglesias cercanas, será el escenario donde descansarán muchos otros contingentes de localidades diversas, todos con la misma meta: traer una ofrenda a la Madre de México.

“Es algo maravilloso, venir a visitar a nuestra madre” indicaron por su parte Blanca Estela Hernández, Gerardo Hernández Martínez y Erica Martínez Hernández, miembros todos de una misma familia, que junto con varios jóvenes, son integrantes de una ruta proveniente de Tierra Caliente y que hoy ya se encuentran en Morelia alojados por sus parientes en San Juanito Itzícuaro, tomando parte de los novenarios de la Virgen, siendo su objetivo recoger el sentir guadalupano para llevarlo a su propia parroquia, algo que vienen haciendo desde 1987.

Es de esperarse que desde el 11 de diciembre se vean muchas filas de peregrinos anhelando entrar al santuario guadalupano; muchos de ellos saldrán en breve de sus terruños (los más lejanos), realizando el recorrido por etapas en bicicleta o a pie para “darle gracias a Dios y a la Virgen, porque siempre han estado con nosotros, cuando los hemos necesitado”, dicen Alejandro García de la Rosa y los hermanos Rigoberto y Gonzalo Reyes Flores, visitantes de Aquila que están a la espera de una peregrinación procedente de esa región costera.

“Tranquilidad, amor, felicidad y sobre todo paz para con nuestras familias y con nuestra gente”, es lo que la peregrinación le deja a este grupo, dentro de las cuales viene María del Lourdes Heredia Morales, quien atestigua su alegría y satisfacción de poder cumplir un año más con la promesa a la Morenita.

“Es muy importante que esto no se pierda y que nuestros niños aprendan a venerar a nuestra Madre, por lo que nos da harta satisfacción poderlos traer con nosotros”, afirmó, lo que refleja el sentir no únicamente de ella, sino de cientos de mexicanos más.

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