InvestigacionesSeptiembre 2023
Tendencia

Las remesas golpeadas

El peso mexicano se ha disparado durante 2023 y eso son malas noticias para quienes dependen del envío de dólares desde Estados Unidos

Por: Rosalinda Cabrera Cruz

El peso mexicano se ha disparado durante 2023 y eso son malas noticias para quienes dependen del envío de dólares desde Estados Unidos; Michoacán se encuentra entre las tres primeras entidades de la nación cuyo crecimiento está ligado a las remesas enviadas por los paisanos, que al menos durante este año, al ser cambiadas a peso mexicano, han sufrido una devaluación de al menos 18 por ciento, puesto que la moneda nacional se ha revalorizado.

Michael Fernández López lleva décadas como contratista local autodidacta construyendo casas para sus vecinos en las inmediaciones de San Juanito y San Isidro Itzícuaro, además de zonas aledañas del poniente de la ciudad de Morelia; no fue sino hasta hace 5 años que se propuso construir su propia casa para él y su familia.

Para lo que se refiere al Michoacán rural, es difícil conseguir préstamos hipotecarios, ya sean bancarios u oficiales, por lo que la edificación depende muchas veces de la rapidez con que los familiares que trabajan en Estados Unidos envíen sus dólares. Ante lo anterior, Fernández López ha dependido de las transferencias de dinero de dos hijos que trabajan como jardineros en California.

Al ritmo de estos envíos, esperaba terminar su casa en alrededor de un año más, dice, pero ahora, como están las cosas y por la debilidad del dólar, se ha alargado el plazo por lo menos en un par de años más. Y lo mismo está ocurriendo con algunos de sus clientes, que en esta zona de la ciudad también dependen de las remesas, así que ha sido un doble golpe económico para él; por un lado, se le ocupa menos para la construcción y por el otro sus envíos se han depreciado.

La valoración del peso como una de las divisas más poderosas del mundo ha provocado los alardes del presidente Andrés Manuel López Obrador. Pero no ha habido celebración entre los millones de mexicanos que dependen de las remesas, incluida la mayoría de los residentes de los Itzícuaros, donde radican muchos ex migrantes.

Aquí, un dólar más débil significa menos pesos para comprar alimentos, medicinas, insumos para la siembra y otros artículos de primera necesidad, o para pagar quinceañeras, bodas y funerales, tal como se acostumbra entre la gente de las zonas rurales; por ende, ahora que se destinan más dólares a gastos básicos, la construcción de viviendas se ha desplomado y Fernández López, de 57 años, tiene poco trabajo.

Estima que, al ritmo actual, tardará tres años más en terminar su casa. Él, su mujer y su hijo, de 20 años, se mudaron hace tres meses, cuando la construcción ya tenía techo, puerta de entrada y un suelo brillante en la sala, porque ya no podían seguir pagando renta.

El interior está adornado con pilares de hormigón con curvas ornamentales. Pero aún carece de cocina, cuarto de baño, fontanería adecuada y ventanas; el contratista calcula que podría terminar la cocina y el baño con 500 mil pesos, que en enero eran unos 26 mil dólares, pero que ahora son casi 30 mil dólares.

El dólar ya no vale

Gran parte de los Itzícuaros, al igual que buena parte de Michoacán, se ha construido con dólares, porque hay pocas fuentes de ingresos en esta amplia zona de Morelia que se ubica entre la parte urbana y rural de la capital michoacana.

Al asentarse en la zona diversos grupos de trabajadores migrantes, la mayoría de ellos en edad de jubilarse, las remesas enviadas por los familiares que se quedaron en Estados Unidos pagaron la mayoría de las casas de la zona y ayudaron a financiar obras públicas, como una cancha de basquetbol, un jardín de niños y la renovación de una resplandeciente iglesia que la población reclamaba, para la que los familiares que todavía viven en el sur de California recaudan fondos para la fiesta anual.

Los ahora ex migrantes de los Itzícuaros llegaron a Estados Unidos en la década de 1950, en pleno apogeo del programa Bracero, un acuerdo laboral conjunto de los gobiernos de México y Estados Unidos que enviaba a millones de mexicanos a California y otros lugares para trabajar como peones agrícolas. El programa se cerró una década más tarde, pero trabajar en el norte ya se había convertido en un rito de paso para los jóvenes, así que los descendientes cumplen con el ritual de enviar dinero para los padres y abuelos que decidieron ser enterrados en su México querido.

Las historias abundan, Bertha González Reyes vive en la casa aun no terminada de su tío, Maximino González, de 70 años, quien envía dinero desde Estados Unidos, donde vive desde hace 40 años, para construir la casa. Él planea jubilarse allí: “Ése es su sueño: volver dentro de uno o dos años y retirarse en su casita”, relata doña Bertha.

Ante la falta de recursos cuando era joven, y como no veía mucho futuro en México, más allá de la agricultura de subsistencia y de ayudar a su padre a recoger leña para carbón en las laderas del Cerro del Águila, aunado a que únicamente pudo ir a la escuela hasta el cuarto año, Maximino se fue al norte, pasando casi dos décadas en California. Sólo regresó temporalmente cuando había enviado suficiente dinero para construir varias casas familiares. Ahora ya planea su regreso definitivo, dice su sobrina, a su propia casa; el problema es que el dinero que envía para la construcción ya no alcanza para tener un hogar decoroso y las paredes, literalmente, se están viniendo abajo.

Las remesas han crecido y el dólar ha bajado

Las remesas a México (casi todas procedentes de Estados Unidos) se han más que duplicado durante la última década, alcanzando la cifra récord de 58 mil 500 millones de dólares en 2022, o el 4.32 por ciento del producto nacional bruto del país, según el Banco Mundial.

Este porcentaje de la economía es mayor que el del petróleo o el turismo y sólo India, un país con más de 10 veces la población de México, recibió más remesas. En la primavera de 2020, mientras la pandemia por COVID-19 hacía estragos en los medios de subsistencia de todo el mundo, con un dólar se podían comprar 25 pesos, la mayor cantidad desde que México permitió la flotación de su moneda en 1994.

A finales de ese año, el dólar cayó a unos 20 pesos, donde rondó hasta el año pasado antes de empezar decaer aún más. En julio, su nivel estuvo por debajo de 17 pesos por primera vez en más de siete años.

Uno de los principales factores que explican la subida del peso, según los expertos, es el aumento de la inversión extranjera, ya que las multinacionales que sirven al mercado estadounidense se sienten cada vez más atraídas por México (una estrategia conocida como near-shoring) en medio de las crecientes tensiones entre Estados Unidos y China y las preocupaciones por las interrupciones en las cadenas de suministro industrial.

La inversión extranjera en México se disparó un 48 por ciento en los tres primeros meses de 2023, en comparación con el mismo periodo del año anterior, según la secretaría de Economía de México. Es destacable que, a principios de este año, México se convirtió en el principal socio comercial de Estados Unidos, superando a Canadá y China.

Otro factor para alcanzar el rango de súper peso, es la agresiva lucha de México contra la inflación. El tipo de interés de referencia del Banco de México, del 11.25 por ciento, es más del doble del objetivo de la reserva federal estadounidense, una disparidad que ha atraído a los inversores internacionales a la caza de rendimientos en pesos y bonos denominados en pesos.

De igual manera, la creciente oleada de remesas procedentes de Estados Unidos también ha contribuido a la subida del peso. Los salarios han subido mucho en Estados Unidos, sobre todo en los sectores más bajos, como la hostelería y el sector restaurantero, verdaderos empleos básicos, donde trabajan muchos migrantes, a quienes, si su familia en casa le dice que no les está yendo bien, harán lo que puedan para enviar más dinero, aclara el economista Rogelio Raya Morales.

El poder del peso se ha convertido en un tema de conversación para el presidente Andrés Manuel López Obrador, que da crédito a su agenda de austeridad fiscal e incremento en el comercio exterior. En una de sus recientes mañaneras, aseveró que “el peso se ha fortalecido como nunca… ¿Qué significa esto? … Que México es un país con estabilidad económica y financiera”.

Los economistas tienden a coincidir en que la potencia actual del peso es señal de una economía sana, indica Raya Morales, quien añadió que “en este momento, México está en un punto de inflexión… La mayoría de los países dicen que quieren un tipo de cambio fuerte, pero no lo quieren demasiado fuerte”.

El peligro es que el peso se recaliente y disuada a los turistas extranjeros de visitar el país o frene el floreciente mercado de exportación mexicano, ya que bienes tan variados como el petróleo, el tequila o los automóviles se encarecen. Y, por supuesto, cuanto más suba el peso, mayor será la reducción del poder adquisitivo de los dólares que los mexicanos en Estados Unidos envían a sus familias.

La repercusión que esto ha tenido en quienes viven de las remesas es evidente, porque el aumento del valor del peso ha sido una dificultad para las familias de los migrantes.

Se prevé que las remesas a México aumenten 8.1 por ciento este año, según las predicciones financieras de distintas casas de cambio; pero, debido a la inflación y al súper peso, se espera que el poder adquisitivo de los dólares caiga 11 por ciento en comparación con el año pasado.

AMLO elogia a los migrantes que envían dólares a casa como “héroes anónimos”. Pero algunos dicen que no es nada para vanagloriarse, porque “es realmente una tragedia que tantos de los mejores jóvenes del país sientan que tienen que dejar México” para mantenerse a sí mismos y a sus familias, asegura a través de un tuit Sofía Ramírez, economista que dirige el grupo de investigación sin fines de lucro México, ¿Cómo Vamos?

Viven en la pobreza

La zona de los Itzícuaros en Morelia cuenta tanto con viviendas sencillas como con espaciosas casas de varios pisos. Los suburbios estadounidenses son la inspiración de muchos de ellos: suelos brillosos, pilares decorativos, amplios jardines.

La mayoría de las casas construidas con remesas son para esposas e hijos. Otras se construyen para padres ancianos o como futuras viviendas para jubilados, La sobrina de Maximino González, Bertha, tiene fe en que los dólares que tiene depositados su tío en Estados Unidos algún día le permitirán comprar pesos a un tipo de cambio mejor, lo que le permitirá terminar la obra ahora inconclusa, porque “en este momento, el dólar da muy poco”, se lamenta.

Michael Fernández, el contratista, también se desespera por la debilidad del dólar, que ha ralentizado la construcción. Está orgulloso de su trabajo, aunque nos hace notar otras varias construcciones de la zona (también de migrantes) que han caído en el abandono porque o los migrantes dejaron de mandar remesas o bien están esperando a que el tipo de cambio les den unos cuantos pesos más.

Y es que, a su juicio, “nuestras casas son mucho más sólidas que las de California, porque aquí usamos cemento y tabique, mientras que allá se usa Tablaroca, así que cada cuarto sale mucho más caro”. Su propia casa sigue sin muebles. Las mantas se amontonan en los dormitorios. El agua corriente es irregular y el baño está fuera, lamentando que “tenemos mucho que hacer”.

Corto de dinero, Fernández está contemplando un nuevo plan: volver a Estados Unidos, encontrar trabajo y ahorrar lo suficiente para terminar su casa, pero guardando los dólares hasta que el tipo de cambio le favorezca. “Si Dios quiere, quizá sea eso lo que haga: volver a California”, dijo. “Sé lo difícil que es la vida allí; las calles no están pavimentadas con oro, como piensa mucha gente en México”.

“Hay que trabajar muy duro. Y vivir allá es caro. Nada es gratis. Aquí en San Juanito siempre hay suficiente para comer. Pero uno no puede ganar dólares como en California”, concluye.

Nada para presumir

Hace menos de un año, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla presumía que las remesas enviadas a Michoacán durante 2022 por los migrantes en Estados Unidos rompieron el récord y superaron el máximo histórico del 2021.

Explicó que fueron casi 100 mil millones de pesos lo que en 2022 mandaron los migrantes para sus familias, la misma cantidad del presupuesto total que durante 2023 va a tener Michoacán para obras y acciones.

Según las cifras del Banco de México, los michoacanos enviaron un total de cinco mil 285 millones de dólares, lo que representó un aumento del nueve por ciento en comparación con 2021, cuando mandaron cuatro mil 890 millones de dólares.

A través de un video colgado en sus redes sociales, Ramírez Bedolla agradeció a los michoacanos que radican en la Unión Americana por el apoyo que mandan a la entidad y aseguró que Michoacán es el segundo estado a nivel nacional que más remesas recibe, solo después de Jalisco.

Lo único que no consideró es que el tipo de cambio golpea a las familias de quienes dejan la vida en los campos y empleos de ínfimo nivel norteamericanos y que buscan la mejor manera de apoyar económicamente a los seres queridos que dejaron atrás.

Habría que recordar que, en 2020, el nivel de cambio alcanzado era de 21.51 pesos por dólar; para 2022, fue de 21.71 pesos por dólar y actualmente, de acuerdo con la casa de cambio a la que se acude, el tipo de cambio se ubica entre 16.86 y 16.90 pesos por dólar a la compra.

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